jueves, 19 de marzo de 2009

Hermandad femenina

Eran alrededor de las diez de la noche cuando salieron del restaurante.
Ella con los ojos hichados de tanto llanto y él con unos cincuenta dolares menos en la billetera.
- Así que ¿este es el adiós?
- Creo que sí, fue bonito lo que vivimos, pero...
- Cállate las mentiras. No te duele terminar como a mí, Raúl. Pero al rayo, encontraré a alguien y lo que hubo entre nosotros pasará a la historia.
-Rocío no es así, ya te explique por que pongo fin a nuestra relación.
- Haz lo que quieras de ahora en adelante. Sería mentira si diría el popular "sigamos como amigos" porque nunca podría ser igual.
Bueno adiós.
- Espera, tengo que...

Pero no escucho la frase completa, no importaba y se limito a entrar al primer taxi que encontro intentando no voltear a mirarlo: parada ridiculamente, en la puerta del restaurante donde tantas veces habían ido a comer para celebrar los aniversarios.

Mientras recorría con la mirada la ciudad que se alejaba por la ventana se pregunto si lo había querido en algun momento , si lo seguía queriendo o , si tan solo esta pena era el cambio de la costumbre, la perdida de la seguridad.

En todo caso ya no importaba cuanto pensará en eso por que ya , todo entre ellos había terminado y ella aprovecharía para irse de la ciudad ya mimo pues no quería dar oportunidad a echarse para atras y volver a verlo.
Talvés iría donde Julia, su hermana que no veía desde que dejo la casa familiar hace ya cinco años.
Al pensar en el tiempo que no veía su familia reparo en que había dado cinco años enteros a Raúl y él por un año de soledad no quería seguir con la relación.
Sonaba gracioso, patético y hasta estúpido pensar en que podía haber aprovechado siquiera ese tiempo en ir a ver a su familia o seguir la maestría que no realizo por irse a vivir con él y trabajar para poder sostener ambos el "hogar", pero ahora no importaba por que aunque, ya estaba a punto de cumplir los 28 años aún podía realizar un par de cosas, comenzaría por ir a ver a su familia claro que antes tendría que conseguir un lugar para vivir pues sabía que si su familia la veía llegar con maletas y todo le darían la reprimenda tan conocida de "te dijimos que él no era para ti".
- Llegamos señorita.
- Gracias
- Que tenga buen viaje.

Rocío bajo del taxi sin decir más nada por que el hombre le había mandado la mirada de "por que viajar sin ninguna maleta o esta escapando".
Talvés el hombre había visto al pasar parte de la escena con Raúl, pero eso ya no le importaba, por último más gente había vivido viéndola en el edificio donde ella y Raúl habían compartido el departamento.
Aún no había decidido como haría para recoger sus cosas sin tener que ir allí; entonces recordo a una vieja amiga que vivía en el mismo edificio que ella.
- Hola , ¿quíen es?
- Hola Zuli, soy Rocio . Sé que es muy tarde y debes estar ya en cama , pero te quisiera pedir un favor muy grande.
- Depende de que es.
- ¿Podrías ir a mi departamento y pedirle a Raúl mis maletas y traérmelas al aeropuerto?
- mmm ... Esta bien , espérame una media hora por lo menos.
- Ok, gracias.
Y sin más Zuli corto, lo más probable era que al llegar quisiera toda la historia del rompimiento.
En el caso de que ella estubiera en mi situación esa sería la condición tácita de la ayuda que pondría pues nadie hace nada por nadie si no hay nada a su favor y, que importaba lo que dijera pues lo más probable era que nunca más volviera a ese departamento; en todo caso, el chisme la alegraría.
Pero no le contaría todo pues sabía como era toda mujer y obviamente , ella le pondría su toque especial.
Una risa irónica salio de su garganta al imaginar lo que ella diría "y él la engaño con ..." o "él quería su espacio, claro seguro espacio para otra mujer en vez de ella en la cama", talvés una vecina diría una "pobre muchacha, pero claro , se descuido al hombre hay que darle..." .

En todo caso ahora ya no le importaba pues lo más probable era que nunca volvería a ver a esas mujeres mas que por casualidad y para ya ese entonces habrían olvidado gran parte de la historia de "teléfono malogrado" que se regaría por todo lugar que ella había transitado en esa pequeña ciudad que había servido -contra todo lo que prometiera Raúl- , para separarlos definitivamente.

Pensó en lo que diría a Zuli , no quería hacerle de víctima o mujer decepcionada; talvés solo diría la verdad: El mundo gira, el amor acaba y las historias de mago que soñamos se hacen aire y solo se van a un más allá.

Lo desecho inmediatamente, tendría que ponerle más sazón a la historia, ella no se contentaría con esa respuesta que parecía una idea más sacada de un verso que de una realidad.

- Rocío, oh Dios mío ¿cómo estás? - dijo Zuli, una mujer de unos cincuenta años, bella y con un toque en la mirada de sabiduría que la hacía cautivadoramente dulce y bella, pese a que ella ignoraba por completo ese toque de hermosura que el tiempo le había dado de intercambio por la belleza de su juventud ahora, ya lejana.
- Bien, tranquila.
- Raúl estaba tomando en su departamento. Muchacha dale una oportunidad, esta debastado. Dijo que era un tonto y que te amaba. Me dio esta carta para ti.
- Gracias por traerme las cosas, mi vuelo sale en media hora.- Rocío intento ocultar la mueca de desagrado que le inspiro la imagen de un Raúl acabado pues no quería recordarlo asi por que después de todo le había regalado cinco años de su vida y quería pensar que aunque sea por un poco había valido la pena.
- ¿A dónde iras?
- A Miami.
- Y no piensas aunque sea llamarlo para despedirte. Pobre muchacho, esta destrozado.
- Lo que se destrozo fue la rutina, el amor ya había muerto hace tanto y aún no nos habíamos percatado del cadáver -después de decir esa frase se arrepintio al mismo tiempo que había alido la última frase, sonaba muy rebuscado y sabía que no valía la pena mostrar lo que realemnte penso y se limito a agregar- Adiós Zuli fue muy bonito conocerla, tome por el taxi de ida y vuelta y haber si se lleva las gardenias por que Raúl es un descuidado y las dejara morir en menos de tres días y me gustaría que las conserve.

La mujer miro a Rocío como la mujer más fría que conociera, ella jamás dejaría a su marido aunquer él ya la había mandado al hospital una docena de veces.
Amaba la idea de tener un matrimonio para simpre y como muchas mujeres de su época había sido críada con la idea de que el matrimonio era felicidad y que el hombre tenía la potestad de poner mano dura de vez en cuando.
Talvés por eso siempre había odiado a las jóvenes como la que tenía en frente, que sin el más mínimo arrepentimiento dejaba a su pareja después de haber vivido tanto tiempo y sin casarse.

En el fondo le alegraba verla mal ,por que "mujeres como esa que van a vivir con el noviecito sin estar casadas deberían ser quemadas o morir en la horca" dijo el pensamiento a su psique y entonces la voz de su conciencia católica la obligaron a pensar en una buena palabra de despedida para acallar aquella parte envidiosa de la libertad que ostentaba la niña que tenía en frente.

- Cuídate hijita y llama cuando llegues. Ya sabes que mi familia es tu familia.
- Lo haré, adiós.
Se miraron por última vez como despedida y fue en ese momento en que la mirada entre la joven y la adulta dijo lo que ambas jamás dirían como "no pienso volver a comunicarme contigo Zuli" , "ojalá que te quedes sola por abandonarlo", "adiós y gracias por no preguntar y quedarse, de seguro con lo que habría mentido Raúl haciéndose la víctima, a él le sale muy bien el papel".

Por tan solo un instante fueron sinceras la una con la otra , por un solo momento sus almas entendieron que la edad las alejaba , pero que eran hermanas XX y que eso las uniría como unía a todas con todas. En mil problemas, en millones de historias, uniendo a las niñas, a las jóvenes , y a las más adultas hasta la mujer más mayor del mundo que , probablemente ya sabía eso sin darse cuenta.
Todo era lo mismo : un sin fin de sentimientos, de sueños rotos y otros inventados.
De seres que habían nacido para lgo más que para incubar vida; habían nacido para ser más vida, para ser luz entre la podredumbre masculina y que , de una forma u otra siempre harían su papel sin tener que conseguir aplausos por ello pues nunca serían reconocidas (maldición de una XX talvés).

Al sentirse por un momento tan unidas, ambas sonríeron y entendieron que la vida les puso ese instante y esa circunstancia para reconocerse como hermanas con discordias, con odios, pero hermanas.

Se abrazaron como despedida y ese abrazo le dio la fuerza a Rocío para ir con paso firme al avión que la llevaría a la ciudad de Boston.

Entro en el avión sin percatarse muy bien de la gente que estaba yendo al mismo lugar que ella , aunque lo más probable, con motivos muy distintos a los de ella.
Se sento y dejo que la fuerza del encuentro y de la desnudez de su alma la ayudará a aceptar la sensación del "nada" , de ese globo vacío que había dejado tanto espacio en su pecho.
Dejo que las lágrimas brotaran y que los sollozos escaparan hasta que su alma vomito todo el dolor.
Para ese momento ya había pasado más de cuarenta minutos que estaban volando, casi no había notado que ya estaban a mitad del viaje.
Miro por la ventanilla y no vio nada. Eso le recordo su primer día en la ciudad que hoy dejaba: un día griz y triste como un presagio de que en un día igual todo terminaría como comenzo y lo que quedaría sería la sensación de que un lugar vació quedo.

Saco un pañuelo de su bolsillo y recordo la carta que le había envíado Raúl por medio de Zuli, la saco del bolsillo del abrigo y cerro los ojos mientras acaricio el sobre y lo rompio en todos los pedazos que pudo hasta que quedo solo un monton de papelitos pequeños que boto en el basurero del baño del avión.
Había botado cinco años de su vida y al menos botaría algo de él para que sienta la desazón.

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