El hombre que amo es sonriente y alegre
,es gracioso y travieso.
A veces pienso que aún es un niño
que se oculta en ese físico de joven intrepido y soñador.
El hombre que amo tiene la mirada indiferente conmigo
como si me traspasará
con esos ojos oscuros y bonitos que oculta con unos lentes
que lo hacen ver para mi mucho más lindo.
El hombre que amo tiene una piel trigueña
como de campo o como arena
y los cabellos lacios y oscuros
que me gusta como los lleva: sin peinar.
El hombre que amo
anda con una seguridad propia de su edad
y con una mochila en el hombro derecho
balanceando a su compáz.
El hombre que amo
se viste de la forma más simple
y por esa simplicidad talvés me gusta tanto.
Aunque los sábados lo veo tan distinto:
con el terno que sé que no le gusta usar,
anda con una biblia en l mano y su saco en el brazo
mientras saluda a todos
y, sin darse cuenta de que estoy cerca
se sienta a mi lado.
El hombre que amo
tiene una sonrisa muy bella
y una risa demasiado extraña, que me hace reír al escucharla.
Callada y absorta escucho sus locuras
que cuenta sólo a su amigo
o dice en voz alta como un pensamiento que escapa de su mente
mientras finje escuchar a los demás
y nunca se anima a hablar para todos.
El hombre que amo
tiene casi mi misma edad
y, sin embargo parece un niño
y eso me hace soñar.
El hombre que amo
sé que nunca me amará
y, aunque nunca lo haga
para mi siempre será especial.