jueves, 5 de marzo de 2009

Tenía cerrados sus ojos evitando así iluminarme con su lucero infinito

tenía los labios cerrados evitando darme la vida en uno de esos fogosos besos que solo ella sabía dar

tenía las manos juntas como palomas blancas uniéndose en un beso.


Su cuerpo delicado con la seda rosa

estaba quieto en aquel féretro

y su rostro bello y pálido como siempre

ahora resultaba intrigadoramente inquitante

como si estubiera a punto de despertar

con la sed de sangre que poseía desde que fue convertida.


Aún muerta, yo la deseaba

,creo que el saber que ya nunca volvería a ser mía me hacía desearla más

con una sed infinita

talves igual de intensa que la sed que ella tenía por mi...


Pero era lo mejor pues no quería que se convierta en un montruo

como lo soy yo.

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