Tenía cerrados sus ojos evitando así iluminarme con su lucero infinito
tenía los labios cerrados evitando darme la vida en uno de esos fogosos besos que solo ella sabía dar
tenía las manos juntas como palomas blancas uniéndose en un beso.
Su cuerpo delicado con la seda rosa
estaba quieto en aquel féretro
y su rostro bello y pálido como siempre
ahora resultaba intrigadoramente inquitante
como si estubiera a punto de despertar
con la sed de sangre que poseía desde que fue convertida.
Aún muerta, yo la deseaba
,creo que el saber que ya nunca volvería a ser mía me hacía desearla más
con una sed infinita
talves igual de intensa que la sed que ella tenía por mi...
Pero era lo mejor pues no quería que se convierta en un montruo
como lo soy yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario